Aprovechando que hoy es el Día de la Mujer, he decido tomarme la mañana libre para hacer alguna de las cosas que más me gustan, y que dejo siempre en un segundo plano por falta de tiempo. Una de ellas es leer revistas, para hoy tengo Harper’s Bazzar. La portada de su último número me encanta, y es precisamente esto lo que me ha provocado un montón de reflexiones, lo que ha conseguido que por fin retome mi blog. Escribir es una de las cosas que más me gustan y que también suelo dejar para otro momento…
Y todo por la frase que acompaña la imagen de portada en un baile de letras: «¿Por qué no? VOLVER A EMPEZAR«.
Mientras desayunaba, estaba escuchando a Pepa Fernández y su programa «No es un día cualquiera», que se emite todos los domingos en Radio Nacional, en el que hablaban (como no) del tema del día. Reconozco que cuando era más joven no prestaba ninguna atención a las fechas establecidas como «Día de…», pero con el tiempo he cambiado de parecer. Si no fuera por estos días yo, con mi ritmo de vida hiperactivo, jamás me pararía a pensar sobre cosas que me afectan directamente, por ejemplo sobre como he crecido o decrecido como mujer. Y ese era precisamente el debate en el programa radiofónico, la invisibilidad de las mujeres a determinadas edades. Un tema que planteaba la actriz Verónica Forqué quien, al ser recientemente entrevistada, comentaba que las mujeres cuando pasan de determinada edad empiezan a ser «invisibles» a todos los niveles, pero especialmente en el plano laboral.
Mientras prestaba atención a todos y cada uno de los razonamientos que esgrimían, ellos y ellas, no he podido evitar discrepar, o mejor dicho, cuestionar en cierto modo el enfoque de lo que siempre se plantea en estos debates. Si hablamos de visibilidad en cuanto a belleza, me parece de lo más lógico y natural que cuanto más joven sea una persona más atención despierte, (me temo que casi en la mayoría de los casos hablan más de sexo, culto al cuerpo y envidia que de otra cosa), porque incluso yo misma reconozco que me fijo en los chicos y chicas jóvenes, y si vamos más lejos aún, no hay nada que me parezca más digno de una mirada y una amplia sonrisa que mirar a un niñ@. A mí francamente este aspecto no me preocupa. Prefiero pasar desapercibida, me da igual si me miran o no, si les gusto o no, y pensar en su opinión no afecta en modo alguno a mi seguridad. Así que por ese lado creo que es un planteamiento equivocado, porque incide en la visión establecida de una sociedad que solo ve a las personas como objetos sexuales, o perchas para lucir modelitos y tendencias de moda. Si hablamos de los problemas de ser mujer en un día como este, creo que podríamos ir más lejos y abordar cuestiones más interesantes. Creo que la visibilidad depende de nosotras mismas…
Y aquí es donde lo he visto claro… Como cada año las quejas se suceden, que si las cuotas de representación femenina en instituciones y empresas, que si la sociedad sigue desarrollando patrones machistas, que si cobramos menos, que si tenemos que demostrar siempre que valemos en todos los campos de nuestra vida tanto personal como profesional…. Y yo cansada de oír decir año tras año como les echamos las culpas de nuestros problemas a los demás, me doy cuenta de que todo esto es mucho más sencillo… creo que el problema en parte está en nosotras. ¡Si no nos gusta lo que hay habrá que hacer algo por cambiarlo!
Me apunto al lema de la portada de Harper’s Bazar: «¿Por qué no? VOLVER A EMPEZAR»…
Así que empecemos de nuevo… ¿Qué tal si en vez de ser conformistas luchamos por lo que queremos? Que el camino el duro, exige sacrificios, se hace sin apoyos y agota, ya lo sabemos… Pero algunas lo consiguen y yo quiero ser una de ellas. Para empezar:
- Pienso luchar por hacer lo que realmente me gusta, no lo que me imponen.
- Voy a ser lo que quiero ser en la vida, no lo que se supone que tengo que ser según la sociedad o la opinión de los demás.
- Si no se valora mi trabajo, o no se remunera de forma adecuada, me esforzaré en buscar otro.
- Me niego a mantener un culto al cuerpo enfermizo que me hace sentirme culpable si como, si no hago deporte, si no me depilo… esos modelos estéticos no me sirven. Prefiero la belleza natural y el encanto de cada personalidad.
- No pienso culpar nunca más a otros de mis frustraciones o falta de logros. Ni a los padres, ni al país en el que vivo, ni a la crisis, ni a la falta de oportunidades…
- Saldré a buscar esas oportunidades, no me quedaré sentada esperando a que llamen a mi puerta.
- No voy a compadecerme de mi misma por no tener lo que quiero. Soy capaz de hacerlo, puedo y voy a hacerlo (solo pido salud para ello).
- Dejaré de quejarme por estar agotada. Si no puedo más, voy a parar a tomar aire, a descansar para tomar fuerzas y seguir adelante.
- Y por supuesto no haré con los problemas como si no pasara nada. Mirar a otro lado y esperar a que pase la tormenta no cambia nada. ¡Pienso protestar!
- Ya no volveré a creerme los argumentos que me venden los demás, de que somos unas pobrecitas que necesitamos más apoyo y compresión. Me dan igual los apoyos y la comprensión. Si ni siquiera yo misma confío en mis posibilidades, y no me paro a escucharme y a reflexionar sobre lo que no me gusta de mi vida, ¿como voy a pedirle eso al Estado, a la sociedad, a mi entorno, en el trabajo…?
Me sorprende como nos afectan todos los estímulos externos, y como condicionan nuestras formas de razonar. Y al hilo de esta reflexión, no puedo dejar de pensar en el libro que casualmente empecé a leer ayer y que estoy deseando retomar en cuanto acabe este post. Un libro que fué un bestseller hace unos años, «La Elegancia del Erizo» de Muriel Barbery, no lo leí en su momento, porque consideré que era demasiado comercial, (¡estaba por todas partes!), y en vez de pensar que era bueno, prejuzgué equivocadamente que no me iba a interesar (¡malditos prejuicios!). Pues mira por donde, estaba encima del mostrador de la Biblioteca el día que fui a devolver los libros prestados. Y me dije: ¿Por qué no? Y cuánto me alegro! En tan solo 20 páginas me ha hecho pensar y sentir un montón de cosas y ya me tiene conquistada. No sé como acabará, pero solo con lo que llevo hasta ahora me vale para juzgar que es de una inteligencia emocional impresionante. Por el momento habla de dos mujeres, una de más de 50 y otra de 13. De los roles sociales que respetan pero transgreden a su manera, de su pensamiento crítico, de como cuestionan y se revelan contra lo que no les gusta, de como fingen ser distintas y esconden sus capacidades intelectuales, para integrarse socialmente y pasar por «normales», representando el papel que les ha tocado vivir pero sin renunciar a su personalidad. Un enfoque sublime que viene al caso en un día como hoy, en el que no podemos olvidar que nuestra vida solo depende de nosotras, de que seamos realistas y sinceras, y digamos claramente que los problemas de las mujeres existen porque no luchamos contra ellos. Porque lo que está claro es que esos problemas son importantes, graves en muchos casos, y los sufrimos cada día, pero no hacemos nada por cambiarlos… empezando por nosotras mismas, que no analizamos nuestra forma de enfocarlos y evitamos implicarnos en cambiarlos.
Comencemos por el principio. Creer en un mismo, y luchar por lo que uno quiere ser y por como quiere vivir su vida, es lo más importante para conseguir una vida digna y satisfactoria… Ya no hablo de felicidad.. porque eso no se si existe. Yo me conformo con vivir cada día con pasión, con no perder la capacidad de emocionare con las cosas cotidianas, con dormir tranquila y disfrutar de los pequeños detalles de la vida cotidiana.
Así que voy a tomar las riendas de mi vida y a dirigirme hacia donde quiero ir, mientras disfruto de cada paso del camino, sin echar la vista atrás, ni crearme ansiedad por el destino al que me dirijo, simplemente un paso detrás de otro… sin más… cambiando de rumbo siempre que lo que sienta no me haga disfrutar.
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